Desde la implementación del Estado nación en el Magreb por parte de los colonos europeos, la religiosidad sufí ha sido la versión del islam más útil como instrumento político. El sufismo magrebí posee tres atributos esenciales que consolidan el poder político establecido: a) es una tendencia religiosa reformista no revolucionaria que aboga por la salvación individual mediante el culto, la caridad y el crecimiento espiritual; b) es una fe tolerante y capaz de adaptarse a cualquier sistema político; c) es una organización social que funciona como mediadora entre las autoridades y la población, facilitando al sistema político un grado mayor de legitimidad y aceptación social.[1]
El Reino de Marruecos es un régimen tradicionalista confesional, en el cual el aparato estatal (Majzen) ha estado, históricamente, familiarizado con el uso de las distintas formas de religiosidad social en la cuestión política exterior, así como, en el extranjero. Por su parte, Argelia es un sistema republicano de un visible carácter laico a pesar de que el islam sigue siendo la religión oficial del Estado. No obstante, desde la década de los 80 los dos países entablaron una feroz rivalidad por el liderazgo religioso en el África Occidental. Se trata de dos países vecinos que comparten todos los elementos de identidad religioso-cultural: un islam sunní mālikī ’Aš‛arī y la misma tradición sufí conocida como ŷunayd al-sālik. En ciencias políticas la pugna marroquí-argelina pertenece a un tipo de conflicto conocido como Zero sum-Game, es decir, la consecución de los objetivos de una parte implica inevitablemente la derrota de la parte contraria.
Por motivos históricos el sufismo es una herramienta política muy efectiva para ambos países. La tarīqa Tīŷāniyya, por ejemplo, despierta desde hace varias décadas una atención especial entre las autoridades de los dos países por su expansión en un amplio territorio de África y sus redes sociales que rebasan las fronteras políticas, étnicas y culturales de la región. Esta situación no pasa desapercibida para la administración de ambos Estados, pues apoderarse de este útil recurso en la política exterior es motivo de una tensa rivalidad entre los dos países vecinos, a pesar del objetivo común de contrarrestar la narrativa yihadista y restringir la actividad de los grupos violentos.
La cofradía Tīŷāniyya es una orden religiosa fundada en Argelia por parte del Šij Aḥmad tīŷānī, natural de ‛Ain Māḍī (Argelia), quien se afincó en la ciudad marroquí de Fez donde murió y fue enterrado en un mausoleo con gran simbología religiosa actualmente entre los adeptos tīŷāniyyīn. En 1983 el presidente argelino entonces, Chadli Benjedid, ordenó la exhumación y traslado de los restos mortales del nieto del fundador de la cofradía, el Šij Muḥammad Ḥabīb enterrado en Senegal, a su poblado natal. Un gesto simbólico hacia la tarīqa que pretendía unir a través de vínculos espirituales el Magreb con sus vecinos africanos. Un año después (1984), las autoridades argelinas organizaron un encuentro histórico de los adeptos y simpatizantes tīŷāniyyīn para dar resonancia mundial a la influencia espiritual argelina en el Sahel y el Sahara. Hassan II no tardó en responder, en 1985 Marruecos organizó una conferencia internacional de la cofradía Tīŷāniyya en la cual esta ultima recibió dos millones de dólares para construir la Gran Mezquita de la ciudad de Baye (Senegal), el gran centro tīŷānī en la actualidad.
Durante la década de los 90 Argelia padecía una terrible violencia política que tuvo un efecto notable en su política regional. No obstante, los contactos argelinos con el sufismo africano permanecieron intactos y se activaron con la llegada al poder del presidente Abdelaziz Buteflika en 1999. En 2006 tuvo lugar en Laghout (al sur de la capital Argel) una conferencia tīŷānī organizada por altas esferas del Estado, por motivos de política interior principalmente. Los conferenciantes discutieron el empleo del discurso sufí en contra de los movimientos fundamentalistas del salafismo yihadista. En aquellos años el régimen fue consciente de que la batalla contra el islamismo político sería imposible de ganar simplemente con represión y políticas de seguridad.
El 29 de enero de 2013, Argelia puso en marcha un órgano estratégico para gestionar el islam africano, La Liga de Ulemas e Imanes de países del Sahel, institución religiosa, cuya función es abogar por un islam moderado de aspectos más espirituales que políticos lo cual encaja con los eslóganes de la política africana marroquí. Sin embargo, en vez de cooperar y unir esfuerzos, los dos países continuaron en su permanente pugna religioso-política. La monarquía marroquí orgullosa de su abolengo religioso jerife, promocionaba la capital espiritual de Marruecos, Fez, dende se encuentra el mausoleo del Šij fundador ’Aḥmad Tīŷānī, como bastión histórico de la tarīqa Tīŷāniyya, organizando a partir del 15 de mayo de 2014 un Festival anual para atraer los adeptos del todo el mundo. Esta celebración fue rechazada por parte de la jefatura tīŷānī en Argelia. El Šij Alī Tīŷānī, quien ocupa el cargo de jalīfa general, acusaba a Marruecos de pretender arrebatarle la categoría de máxima autoridad de la tarīqa, reconocida por 350 millones de adeptos y simpatizantes en todo el mundo, y abogaba por el carácter exclusivamente argelino de la Tīŷāniyya desde su fundación en este país en 1782. La rivalidad entre las dos potencias regionales demuestra la importancia estratégica de las cofradías en el Sahel y el Sahara. En realidad, la diplomacia religiosa marroquí en África está más avanzada en diferentes aspectos que la argelina. El papel de las instituciones religiosas en las estructuras del Estado marroquí, incluso la propia monarquía, otorga a Marruecos una cierta ventaja estratégica a la hora de manejar el tejido religioso africano.
Por consiguiente, Marruecos promociona, desde la década de los 80, grandes instituciones religiosas que aseguran su supremacía espiritual en la región occidental del continente. En 1985, Hassan II patrocinó la Liga de los Ulemas de Marruecos y Senegal, una institución oficial que permitía a los religiosos marroquíes mantener su influencia a través de la formación de imanes africanos y la predica a la población local. En este sentido, los ulemas marroquíes gozan de una formación contrastada y un nivel reconocido en las ciencias islámicas, así como, en sus capacidades lingüísticas y comunicativas.[2]
En 2015, Marruecos lanzaba la Fundación Mohamed VI de los Ulemas Africanos, dirigida por los religiosos del Consejo Superior de Ulemas, la institución encargada constitucionalmente de elaborar la política religiosa del Reino Jerife tanto a nivel interior como exterior. Esto revela la importancia vital de la diplomacia religiosa en la política exterior marroquí. La fundación desempeña un rol cultural y religioso pionero en África Occidental con el fin de proteger el patrimonio histórico común entre el Magreb y el África subsahariana, sobre todo, la riqueza incalculable de los manuscritos africanos en lenguas árabe y africanas. Este mes de octubre (2021), tuvo lugar en Abuya, la capital de Nigeria, una conferencia internacional en la cual acudieron 400 ulemas de todas las partes del continente africano. Los presentes en la conferencia ratificaron su compromiso con el patrimonio religioso-cultural africano y la voluntad del monarca marroquí de patrocinar el empeño de los ulemas en la investigación en ciencias islámicas, edición de manuscritos y mantenimiento del patrimonio religioso (sufí) escrito y oral.[3]
Por último, cabe mencionar que la pretendida acción religiosa marroquí con respecto a la región africana, engloba dentro de su acción política un sofisticado plan económico, otro de los instrumentos utilizado por las autoridades de este país para la consecución de sus objetivos. En este sentido, las inversiones marroquíes en la banca y compañías de seguros se desarrollan masivamente en las zonas de fuerte presencia tīŷānī. Según fuentes argelinas, la banca marroquí Attijariwafa Bank, la primera empresa financiera de la zona franco-africana (CFA), presente en estos países mediante 353 agencias, es parcialmente una propiedad de la cofradía Tīŷāniyya.
Sin embargo, por mucho que sea útil el esfuerzo por abogar por un islam espiritual moderado y pacifista en contra de la narrativa yihadista que tanto golpea al continente, pensamos que no es suficiente sin una verdadera reforma religiosa ilustrada de la religión musulmana. En los discursos pronunciados por los ulemas sigue siendo palpable un tono conservador antimodernista bajo el lema de la particularidad identitaria y cultural. Es evidente que no estamos ante un gremio ilustrado. Los ulemas marroquíes, al fin y al cabo, son una ortodoxia islámica rígida y tradicionalista al servicio de un arcaico sistema político.
La religión es un factor presente en las relaciones internacionales, un fenómeno universal incluso en Occidente, por lo menos a nivel individual. Las creencias religiosas personales dejan profundas huellas en la actitud política de dirigentes reconocidos y jefes de Estado de primer orden como hemos visto frecuentemente en Estado Unidos. Aparentemente, la diplomacia religiosa argelina y marroquí está diseñada para enfrentarse a los radicales y sus discursos de violencia y fundamentalismo. No obstante, la realidad es que los marroquíes y los argelinos buscan vincular a las masas africanas a su órbita de influencia política para proteger sus fronteras, hacer negocios y adquirir posición en la escena internacional, objetivos legítimos para estos países soberanos. Sin embargo, la pugna reinante en este asunto hace aflorar nuevamente la causa fundamental que subyace a cualquier problemática entre ambos Estados, que no es otra que la ausencia de cultura democrática tanto en Marruecos como en Argelia. Con respecto al tema que nos atañe, las políticas estatales están impulsadas por un antojo autoritario notable que limita el sufismo magrebí a actos de lealtad y subordinación. Pensamos que la democratización de la cultura religiosa magrebí podría dar excelentes frutos en las relaciones transnacionales en el continente africano.
[1] ‛Abdī, Yaḥyā Sīdī ’Aḥmad. “los vínculos sufíes entre el Magreb y África Occidental”. Centro de Estudios Aljazeera. 2018.
[2] Boularas, Fathi. “El sufismo en la rivalidad argelina-marroquí: el caso de la cofradía Tiyaniyya”. Revista de política internacional. 2020. (la escuela internacional de ciencias políticas)
[3] Fundación Mohamed VI de Ulemas Africanos
Lo sentimos, no se encontraron registros. Ajusta tus criterios de búsqueda y vuelve a intentarlo.
Lo sentimos, no se ha podido cargar la API de Mapas.