Marruecos ha sido históricamente visto por los viajeros occidentales desde el siglo XIX como un mosaico de etnias, culturas, creencias y dialectos. Este país no deja de sorprender a sus visitantes incluso hoy en día. Las particularidades propias del país han hecho que también dentro del contexto arabo-islámico este haya sido percibido como singular. La cultura Amazigh, originaria del norte de África, es un factor esencial de esta singularidad y forma parte de la identidad de Marruecos como nación y Estado soberano desde su primera fundación en el siglo VIII. No obstante, los Amazigh en Marruecos no son una comunidad homogénea. A lo largo de toda la geografía del país, los amazigh comparten territorio con tribus y familias árabes procedentes de Oriente y al-Ándalus y, hasta hace muy poco, el elemento judío formaba parte de esta sociedad árabe-amazigh. En la cultura marroquí contemporánea la dimensión amazigh no goza de una visibilidad acorde a su importancia por diferentes razones sociopolíticas vinculadas a la evolución del Estado marroquí postcolonial. La diversidad lingüística y cultural es enorme en la cultura amazigh marroquí. En estas páginas arrojamos luz sobre los sūsíes marroquíes, un actor primordial en la cultura, política y, sobre todo, la economía de nuestro vecino del sur.
La región de Sūs se ubica principalmente en la cuenca aluvial de río Sūs, limitada por el norte y el sur por las cordilleras del Alto y Anti-Atlas, que la separan también del desierto del Sahara. La zona siempre ha tenido una importancia geoestratégica enorme en la vida cultural y política del país. Es el territorio amazigh que albergaba la red más influyente de cofradías sufíes y escuelas coránicas que nutrió al país de ulemas y alfaquíes a lo largo de su historia, su clase letrada tradicional. Desde sus estructuras tribales se creó el sostén político de la dinastía de los jerifes saadíes (1554-1659), el sultanato que mantuvo intacta la soberanía de Marruecos frente a la ofensiva ibérica de inspiración religiosa católica en el siglo XVI.
A pesar de la importancia histórica de la zona, los sūsíes en el imaginario popular marroquí son objeto de estereotipos y prejuicios negativos que suelen presentar al sūsī como un comerciante avaro que rechaza tradicionalmente el estilo de vida cómodo y urbano, una imagen frecuente incluso en los estudios académicos. Por ejemplo, el académico John Waterbury menciona la narrativa clásica de los dos hermanos sūsíes que trabajan en la misma tienda de alimentos y para ahorrar comparten los zapatos, la ropa y la cama. Edward Westermark reafirma esta visión afirmando: “los fezíes y los sousíes no cesan en ganar dinero, prácticamente no duermen para conseguirlo”. Independientemente de la credibilidad real de estas afirmaciones, la figura del comerciante sūsī en Marruecos desempeña un papel clave en la economía social del país. Las tiendas de alimentos y productos de primera necesidad dirigidas por gentes de esta región se extienden por todo el espacio urbano del reino marroquí.
La función social de estas pequeñas empresas rebasa lo estrictamente económico. En la mayoría de los barrios marroquíes, el espacio vital de las clases medias y bajas, el comerciante sūsī es prácticamente un miembro de la familia, una especie de hermano mayor; su papel cubre los servicios de microcrédito para subvencionar a familias en una situación laboral precaria en la cual no siempre disponen de los medios necesarios para satisfacer sus necesidades más básicas. Por lo tanto, el prestigio solidario del sūsī le permite establecer vínculos con todos los miembros de la familia marroquí, incluso llegando a intervenir a veces como mediador o conciliador social dentro de la familia o entre esta y sus vecinos. Es un fenómeno social de gran interés, puesto que la tienda del sūsī, usualmente, se convierte en un espacio social del barrio donde acuden personas de todas las edades y clases para quejarse, reivindicar, resolver problemas o simplemente pasar tiempo como si se tratase de un lugar de ocio. En algunos casos, el sūsī presta servicios terapéuticos para muchos de sus clientes.[1]
El pequeño comercio sūsī es simplemente la punta del iceberg del éxito económico de esta comunidad en Marruecos. Tras la red de pequeños propietarios de tiendas de alimentos, existen grandes empresas de carácter familiar vinculadas con la región de Sūs y sustentadas por una red importante basada en la solidaridad tribal. Este dato no supone una excepción aislada, en Marruecos el 90% del tejido empresarial es familiar, es decir: el 50% de las inversiones nacionales en el sector privado ofrecen el 50% de puestos de trabajo y representan el 40% de la productividad total de la economía del país.[2]
Independientemente del tamaño de la red empresarial sūsī, estamos hablando de una actividad familiar, iniciada por personas con escasa formación escolar y muy pocos recursos económicos, por lo menos, en el imaginario social. Dichas empresas que se convirtieron en pioneras en numerosos sectores estratégicos, resumen la historia de una construcción familiar patriarcal en la cual se destaca la intersección entre la tradición de la cultura tribal y la burocracia de una empresa capitalista de un modo muy particular en la realidad socioeconómica marroquí contemporánea.
En su monografía sobre las figuras contemporáneas de la región, dice el investigador Abdellah Kiker: “en la mayaría de los cosos, estos personajes vienen de la ganadería, trabajaban en zonas pobres sin recibir ningún tipo de estudio o formación, (…) sin vínculos con la ciudad y sus costumbres, han llegado al nivel más alto de competir con la burguesía marroquí heredera de una tradición económica padre a hijo”.[3]
No se trata de una afirmación cualquiera, el éxito económico sūsī tiene mucho que ver con la religiosidad islámica practicada en la región tanto a nivel de creencias como de prácticas. Dedicarse a la ganadería está imbuido de cierto simbolismo, pues el profeta Muhammad fue un pastor iletrado según la tradición islámica. Por tanto, esgrimir estos aspectos de los “ḥāŷ sūsī”,[4] supone una imitación cultural religiosa del modelo profético, el más alto y prestigioso en la sociedad de Sūs. La relación que une las creencias espirituales y la actividad económica es una cuestión recurrente en la evolución de las sociedades humanas, por ejemplo, existen numerosos estudios sociales que demostraron el vínculo entre el capitalismo y la doctrina cristiana protestante. En el caso marroquí, dicha relación se percibe muy nítidamente en la mentalidad sūsī, el trabajo y el esfuerzo para ganarse la vida se eleva en esta cultura regional a nivel de culto; salvar la familia de la pobreza y satisfacer las necesidades económicas, sociales y espirituales de los padres a través del trabajo para disponer de recursos financieros suficientes para ello, es el base del éxito social. Esta actitud vital se resume en tres palabras esenciales en el imaginario sūsī: la sinceridad (sfā), las buenas intenciones (niyya) y la seriedad (ma‛qūl). Tres atributos éticos sinónimos del éxito económico mediante la bendición divina conocida en la cultura marroquí como la baraka, un concepto cultural que va más allá de la economía y dispone de interpretaciones sociales y políticas de grandes dimensiones en la historia de Marruecos.
La unidad familiar es el núcleo duro de la empresa sūsī, un negocio fundado en primer lugar para satisfacer las necesidades de la familia, por tanto, los principales cargos directivos recaen automáticamente en los familiares: hijos, nietos y primos. Los estudios de sociología marroquí a menudo destacan estos aspectos del tejido empresario del país, más particular en el caso de la comunidad sūsī; los consejos directivos de estas empresas son en su mayor parte reuniones familiares, un estilo de dirección tradicionalista basada en la autoridad carismática del líder de la familia.
En sus estudios sobre la formación de la élite del Sūs, el sociólogo Mohamed Chakir considera que el concepto de solidaridad tribal (al-‛asabiya), creado por Ibn Jalúdn, resulta útil hoy día para explicar la estructura del monopolio sūsī en algunos sectores de la economía. Para asegurarse su posición social en la escena pública postcolonial (1956), los sūsíes consolidaron los vínculos tribales y étnicos de su sociedad, evitando la competencia comercial entre ellos y distribuyendo los sectores económicos de un modo que propiciara la especialidad tribal. El éxito de una familia sūsī en algún campo comercial es un incentivo para que el resto de la cabila se aventure a desarrollar la misma actividad tanto de forma alternativa o mediante la apertura de negocios de este tipo en otras zonas geográficas.
El vínculo tribal-identitario de Sūs llega a manifestarse en el sector empresarial con un fuerte sesgo racial. Según algunos estudios, realizados por los propios investigadores de la región, se evidencia un rechazo mayoritario entre los empresarios sūsíes a la hora de contratar a “empleados árabes”. Las entrevistas de trabajo se desarrollan en amazigh dialectal sūsī y se exige incluso a los candidatos que respondan preguntas sobre sinónimos de palabras de poco uso en este idioma para asegurarse su vínculo étnico.[5] Finalmente, el éxito económico empresarial de Sūs queda atrapado en la cultura tradicionalista marroquí: la exclusión social, el clientelismo y el carácter patriarcal de la empresa. Estos aspectos limitan el desarrollo de la economía nacional hacia una organización de mercado más competente y liberal.
Los estudios dedicados a la sociología económica confirman que las empresas familiares no duran mucho, tienen una media de vida de 24 años, es decir, que el 30% de estas empresas sobreviven en la segunda generación y solo el 12% permanecen hasta la tercera generación. En el caso marroquí, los indicios son negativos, el 75% de las empresas fracasan en la primera transición a la siguiente generación y desaparece el 90% de ellas en la segunda. Los problemas de la herencia, la rigidez del modelo familiar y la poca apertura de estas empresas al mercado exterior condenan al fracaso todo el esfuerzo de los padres fundadores. No obstante, el principal desafío que sufre la empresa sūsī es el cambio sociocultural de la sociedad marroquí. En un mundo tan globalizado es imprescindible que la clase empresarial experimenta una revolución en su cultura económica y su actitud sociopolítica. Los mecanismos del éxito económico en la época postcolonial ya no son válidos para una sociedad marcada por una modernización tan rápida y aplastante en todos los niveles de la vida cotidiana. En Sūs, como en todas las regiones de Marruecos, los valores tradicionales de solidaridad, transparencia y esfuerzo deben tomar un cariz mucho más humanista, plural y culto. La apertura social, la formación académica y los valores de un mercado liberal deben reinar en la sociedad para lograr un desarrollo sostenible de la economía, tarea que sigue sin cumplirse tras siete décadas de independencia nacional.
[1] El Omari, Said. Comerciante sūsī en Larache. Entre. El Ghazi El Imlahi, Said. 6 de agosto de 2021.
[2] Bouzoulo, Fatima Zahra. “La empresa familiar sūsī en Marruecos: el estilo de dirección y el desafió de la permanencia”. Omran. Enero 2021. p:90.
[3] Kikir, Abdellah. Min riŷālātb Sūs: Aḥmad ’ulḥāŷ ’ajnūš, al-mujāhid wa al-munādil wa al-za‛im wa al-ramz. Rabat: Imprenta Rabt Net. 2012. p: 6,7.
[4] Ḥāŷ en árabe es un apodo que significa peregrino, en el contexto social marroquí en general es una categoría social que otorga a determinadas personas un prestigio paternal religioso. En el caso sūsī, es muy frecuente entre las figuras de la primera generación de la élite. Funciona como capital social que reemplaza la escasez en la formación cultural. A menudo se configura con vínculos espirituales fuertes propios del sufismo cofrade y los santos locales con el fin de adquirir la baraka, y lograr el éxito económico. Bouzoulo, Fatima Zahra. Ibid. p: 99.
[5] Ibid. p: 97.
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