Se trata de una nueva publicación del príncipe marroquí Mūlāy Hišām. Una persona con formación académica anglosajona: se graduó en la universidad de Princeton, obtuvo un master en la universidad de Stanford y un doctorado en la universidad de Oxford. El autor es un investigador asociado a varios centros de prestigio internacional como el centro Weatherhead de asuntos internacionales de la universidad de Harvard y el Instituto Freeman Spogli de la universidad de Stanford, entre otros. Además, Mūlāy Hišām es fundador y director de una fundación que lleva su nombre y está especializada en la investigación social y política sobre Oriente Medio y Norte de África. Más allá de su activismo tanto en la academia como en misiones de paz internacional, el príncipe Hišām (Hicham) es un personaje de convicciones democráticas y liberales. Según los artículos que publicaba desde 1995, su postura política sigue siendo muy crítica hacia el sistema monárquico autoritario de su propia familia, llegando por ello a ser un príncipe “exiliado” en virtud de las afirmaciones que expone en su libro: Diario de un príncipe desterrado. Una posición política que le otorga una responsabilidad importante en la lucha por la democracia en su país. En Marruecos es una figura pública que a menudo provoca debates polémicos como hizo en 2013, cuando predijo el estallido de una revolución popular. En su artículo titulado la revolución del comino,[1] el príncipe marroquí arroja luz sobre cuestiones de excepcional importancia en el conflicto social en Marruecos como la monarquía, la religión y la justica social en un país condenado por la pobreza extrema de amplios sectores de su población.
El libro que nos ocupa es una recuperación de dieciocho ensayos publicados por el autor en las páginas del diario francés Le Monde Diplomatique. Artículos traducidos del francés por el mismo diario que cubren la etapa entre 1995 hasta 2020. Una trayectoria de 25 años de debate sociopolítico protagonizado por uno de los pocos allegados a las esferas más altas de la élite internacional. Como árabe “modernizado” y musulmán “ilustrado”, el autor abarca una amplia gama de temas: la realidad sociopolítica árabe, la política exterior norteamericana, cuestiones de islamismo político y terrorismo internacional, destacando, por último, las revueltas árabes como fenómenos esenciales en el análisis de la evolución política regional que ofrece el libro.
En esta reseña presentaremos las principales ideas del autor que estimamos necearías conocer por un lector hispanohablante interesado, ya sea por mera curiosidad o por un afán profesional, por nuestro vecino del sur. A grandes rasgos, el pensamiento político marroquí resulta interesante a nivel intelectual, los ideólogos de la izquierda marroquí suelen poner sobre la mesa un corpus teórico avanzado en términos de progreso social y político. A pesar de su apodo frecuente en la prensa como príncipe rojo, Hicham Alaoui, sin lugar a dudas, no es un izquierdista. Un aristócrata, miembro de la familia real, por muy liberal que se pretenda, no deja de representar a la clase conservadora de la sociedad marroquí. En este sentido, sus ideas vienen a llenar un vacío intelectual importante. Estas suponen un llamamiento a construir una perspectiva de liberalismo social y político que podría en un momento dado formar con las tendencias de la izquierda una sociedad civil madura, capaz de dar alternativa democrática frente al autoritarismo del Majzen y el fundamentalismo del islam político.
La cuestión democrática en el mundo árabe fue el punto de partida que inauguró la trayectoria intelectual de Hicham Alaoui, en su artículo publicado en 1995 “ser ciudadano en el mundo árabe”, el autor critica los vínculos tradicionalistas entre el ciudadano y el Estado en esta región del mundo. A lo largo de la geografía árabe no existe ningún Estado de derecho. Los sistemas educativos, económicos y políticos en la sociedad árabe crean súbditos y no ciudadanos, personas dependientes de la buena voluntad de sus dirigentes en todas las cuestiones de gestión pública. El fracaso de los Estados árabes a la hora de crear una sociedad de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes se debe en primer lugar a los factores que se derivan de la estructura social dominante, desde la familia hasta la religión, pasando por elementos culturales, étnicos y económicos que influyen en la formación y permanencia de sistemas políticos autoritarios.
En 2008, el autor retoma el análisis de las estructuras políticas árabes bajo el lema: los regímenes árabes y el autoritarismo. Mediante un análisis de la economía política, se afirma que las clases medias, las cuales debían liderar la metamorfosis política, están bajo control del sistema dominante a través de redes profundas de corrupción y arcaicas estructuras religiosas. Durante mucho tiempo los regímenes han dejado la autoridad cultural en manos de religiosos conservadores, pensando que serían más capaces de controlar la sociedad, por lo tanto, el islamismo ha llegado a ser el único portavoz – de peso político – de los descontentos, incluso entre los jóvenes universitarios, por su capacidad de fusionar dos elementos sociales: orgullo cultural e identidad religiosa.
El libro no predice en ninguno de sus artículos los instrumentos de cambio en el mundo árabe. No obstante, realiza un diagnóstico científico de la realidad sociopolítica y arroja luz sobre las resistencias culturales y políticas en el seno de la sociedad árabe: periodistas que luchan por la libertad de prensa, intelectuales que se esfuerzan para dotar a las sociedades de una cultura civil antiautoritaria, incluso jóvenes teólogos que inventan nuevos vínculos entre islam, democracia y modernización. El príncipe Hicham escribió en 2008: “El Estado autoritario sabe absorber y desviar el cambio, pero no es una maquina perfecta e impenetrable. Los espacios que creó para sus propias maniobras constituyen también verdaderos campos de acción política. Habrá huecos; tenemos que esperar lo inesperado”.
Efectivamente, en 2011 ocurrió lo “inesperado”, el autor reaccionó con entusiasmo exponiendo al lector occidental las razones políticas, económicas y sociales de estas revueltas árabes describiéndolas de forma emocional: pueblos contra tiranías. Diez años más tarde el príncipe rojo no tira la toalla, insiste en que la democracia en el mundo árabe es cuestión de tiempo pase lo pase y sigue convencido de que la primavera árabe no ha llegado a su fin. El terremoto social de 2011 originó profundas fisuras en los sistemas autoritarios que gobiernan la región. La barrera del miedo se ha roto. Es una realidad manifestada por el ascenso de los movimientos populares en Argelia y Sudán, según el análisis del autor en su último artículo publicado en marzo de 2020.
Es curioso acercarse a los escritos de un aristócrata criticando el sistema monárquico desde un punto de vista republicano (democrático). Un jerife descendiente del profeta Muhammad refutando las ideologías del islamismo político reivindicando la secularización del espacio público. Un miembro de clase alta defendiendo el valor vital de la justicia social en la sociedad árabe en general y la marroquí en particular. Pero ¿a quién se dirige el príncipe escribiendo? ¿A sus compatriotas árabes o a la opinión pública occidental donde vive y desarrolla sus negocios?, ya que, por muy marroquí y árabe que parezca el autor en su identidad cultural, sus textos están redactados en francés y publicados en un medio francés. De todos modos, se trata simplemente de una perspectiva intelectual sobre la realidad en la región; el cambio cultural y político necesario, en cualquier lugar del mundo como norma general, es una tarea exclusiva de los ūlād ša’b “hijos del pueblo” en virtud del término utilizado de manera frecuente en Marruecos durante las luchas sociales. La clase acomodada aportaría muy poco en este sentido.
[1] La palabra “comino” en este sentido es un término vinculado con el código cultural marroquí. Es posible que haga referencia a la paciencia y moderación del pueblo en Marruecos.
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