En torno a 1880 los estudios árabes en España se consolidan como rama científica con el surgimiento de un movimiento africanista. El presidente de la Real Sociedad Geográfica, Eduardo Saavedra (1829-1912), – que era arabista en primer lugar – fue promotor de la nueva línea investigadora a través de la Asociación Española para la Exploración de África (1877) e impulsó igualmente los centros comerciales hispano-marroquíes desde 1904. En esta actividad institucional participaron también otros arabistas, como Francisco Codera y Pascual de Gayangos (1809-1897). El Centro de Arabistas creado por la Gaceta de Madrid en el 8 de septiembre 1904 fue el primer proyecto institucional que pretendía utilizar el arabismo de forma práctica, interesándose en temas necesarios para la intervención comercial y militar. Incluso, planteaba fundir todas las ramas del arabismo en una carrera de formación y especialidad en cuestiones árabes. Pero a pesar del fiasco de este centro, el interés por lo arábigo se había convertido desde los años sesenta del siglo XIX,[1] en una moda intelectual en todo el territorio español y se manifestó en la creación de asociaciones, nombramiento de académicos, edición y publicación de numerosas obras o traducción de textos históricos.[2]
Así pues, el apoyo institucional más importante a estos estudios se realizó con la creación en España del Centro de Estudios Históricos en 1910. Esta fundación científica financiaba la Escuela Libre de Arabistas y facilitó los medios económicos para editar en seis años doce obras eruditas. La colaboración terminó con la ampliación de los campos de investigación para incluir otras áreas como ciencias árabes, filosofía e incluso el dialecto árabe marroquí. Esta época fértil del arabismo español llegó a generar, según García Gómez, el espíritu fundacional de la orden de los “Beni Codera”, en referencia a los seguidores de la escuela de este arabista español.[3]
No obstante, con la instalación del régimen colonial y la administración española en la región del norte marroquí en 1912, se reorganizó por completo el sistema de las instituciones españolas dedicadas a los estudios árabes, creando, en 1913,[4] una Junta de Enseñanza en Marruecos, como una entidad asesora no gestora en cuestiones coloniales, especialmente la formación de altos administrativos del Protectorado. En esta junta trabajaban arabistas destacados como Miguel Asín Palacios y Julián Ribera. Asimismo, se fundó la imprenta oficial árabe, a la par que se publicaron programas metodológicos de la enseñanza lingüística y cultural para los agentes de asuntos indígenas.
En esta etapa en concreto, se produjo el divorcio entre el arabismo y el africanismo militar – pero también comercial – que acaparó por completo el área de estudios marroquíes con la creación de la Liga Africanista Española el 10 de enero de 1913. Esta entidad fue iniciativa de un grupo de senadores para ejercer presión política sobre la opinión pública en cuestiones coloniales tanto en las instituciones como en la prensa.[5] En la junta central de la Liga, encontramos figuras históricas de la política y la cultura española de la época, como Alcalá Zamora (1877-1949), el general Alberto Castro Girona (1875-1969) o el catedrático de árabe José Argüelles Vázquez (1877-1949). El legado literario más importante de la Liga Africanista Española fueron sus dos revistas publicadas durante la época colonial: África española (1913-1917) y la Revista Hispano-Africana (1922-1931). La repercusión más evidente de la separación de ambas escuelas del orientalismo español consiste en la escasa participación de los arabistas en el trabajo de los centros de investigación creados en Marruecos durante la época colonial,[6] los arabistas españoles dedicaron sus esfuerzos casi exclusivamente a la historia de al-Ándalus.[7]
Dichas revistas de la Liga Africanista, son las publicaciones más ilustres de la literatura colonial por su inmenso valor intelectual, en cuyo contenido incluían artículos, conferencias y crónicas de toda índole científica relacionada con Marruecos: historia, lengua, literatura, folclore, antropología, demografía y cultura popular, etc. Todo ello con el fin de impulsar una empresa colonial eficaz. Las dos revistas fueron un espacio que reunía un importante grupo de la élite cultural española, como el escritor Augusto Vivero Rodríguez (1879-1939), que fue director de África Española, el órgano oficial de la Liga Africanista, donde disponía de una sección fija de crónicas sobre política española e internacional.[8]
La Revista Hispano-Africana contaba con una financiación considerable por parte del gobierno español, y gozaba asimismo de excelentes relaciones con los medios militares africanistas por su labor informativa prestada al ejército colonial. La revista también desempeñó un papel propagandístico impactante en la sociedad a favor de la labor colonial española por las prestigiosas firmas que llevaban sus artículos y estudios políticos, económicos y de cuestiones islámicas. En sus páginas disponemos hoy en día de textos de gran valor histórico, como por ejemplo del historiador y filósofo Américo Castro (1882-1975), sobre la lengua hispano-hebrea en Marruecos y los relatos de cultura religiosa popular marroquí del arabista y el diplomático Clemente Cerdeira Fernández (1887-1942),[9] la figura republicana más destacable del Protectorado español en Marruecos.[10]
En 1932, apenas nueve meses después de la instauración de la II República (1931-1936) como nuevo régimen político de España, se fundó la Escuela de Estudios Árabes con dos sedes: una en Madrid y otra en Granada.[11] El objetivo era claro: reforzar la investigación científica del orientalismo español, y sobre todo crear un ambiente adecuado para tender puentes educativos y culturales hacia la zona del Protectorado. Los propios documentos del archivo de la Escuela de Estudios Árabes de Granada desvelan el rol estratégico de este centro científico en la política colonial. En marzo de 1945, el director de la Escuela pidió oficialmente al Secretario General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) financiar sus viajes a Tetuán junto con el secretario de dicho centro, bajo el pretexto de mantener las relaciones con la Alta Comisaría de España en Marruecos, la institución española encargada de dirigir la colonia del norte marroquí.[12]
Por su labor científica relevante de carácter internacional y sus instalaciones adecuadas para la actividad educativa, la Escuela de Estudios Árabes de Granada llegó a reivindicar más protagonismo cultural y organizativo en la política educativa colonial española. En una carta dirigida por la dirección del centro a Tomás García Figueras (1892-1981), se proyectaron medidas para la política colonial tales como situar en Granada la totalidad de las becas concedidas para los estudios de segunda enseñanza y la enseñanza universitaria, debido a la existencia en Granada de una residencia para estudiantes marroquíes lo que convenía con la intención política colonial de que estos alumnos viviesen en un régimen de internado, sometidos a vigilancia.[13] Asimismo, se pretendió ampliar el cursillo de monitores marroquíes financiado por la Alta Comisaría en 1939 con la partida presupuestaria de 6.000 pesetas. Se perseguía con ello formar a los monitores en un ambiente español y que conociesen y aplicasen la pedagogía manjoniana (sistema educativo) en Marruecos.
Por último, la Escuela planificó crear una formación para obtener el título de Especializados en Estudios Marroquíes para los españoles que aspiraban a obtener plazas en el Protectorado.[14] Dirigida por Asín Palacios y García Gómez, la escuela publicaba la revista Al-Ándalus que se erigió en un verdadero taller o laboratorio de investigación del arabismo español. Tal y como reconocían los editores en dicha publicación:
“Los estudios árabes son, para nosotros, una necesidad íntima y entrañable, puesto que se anudan con muchas páginas de nuestra historia, revelan valiosas características de nuestra literatura, nuestro pensamiento y nuestro arte, se adentran en nuestro idioma y hasta, tal vez, más o menos, en nuestra vida”.[15]
De todos modos, el arabismo español no fue una excepción dentro del marco general del orientalismo europeo: los intereses coloniales y los elementos eurocéntricos estaban presentes en toda su producción literaria. El orientalismo hispano erudito que se especializó de modo casi exclusivo en los estudios andalusíes no fue ajeno a la empresa colonial española de Marruecos, como sostienen los propios Gil Bardají y Aguilera Pleguezuelo (1925-2018),[16] cuyos estudios andalusíes sirvieron como base para elaborar un discurso y propaganda coloniales influyentes en el tejido social marroquí, donde sus huellas culturales son visibles hoy en día en el norte de Marruecos. Y a pesar de la división realizada por López García y Morales Lezcano, entre arabismo andalucista y africanismo marroquí, los dos autores terminan previniendo de la difícil segregación de las dos ramas del orientalismo español.[17] Dos brazos que representan un mismo pensamiento colonial español.
[1] Para una visión crítica del arabismo español del siglo XIX, véase, Martínez Montávez, Pedro. Ensayos Marginales de Arabismo. Madrid: Instituto de Estudios orientales y africanos. 1977. pp. 1-22.
[2] López García, Bernabé. “Arabismo y orientalismo en España: radiografía y diagnóstico de un gremio escaso y apartadizo”. Awraq. 1990. pp.14-18.
[3] Véase, Ágreda, Fernando de. “Nuevas y viejas fuentes sobre los Beni Codera”. Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos. 2008. pp.425-450.
[4] G. González, Irene. Escuela e ideología en el Protectorado español en el norte de Marruecos (1912-1956). Barcelona: Edicions Bellaterra. 2014. p: 80.
[5] Villanova, José Luis. El Protectorado de España en Marruecos, Organización política y territorial. Barcelona: Edicions Bellaterra. 2004. p: 41.
[6] Se trata de los siguientes centros: el Instituto de Estudios Africanos del CSIC, el Instituto del General Franco de Estudios Hispano-Árabes y el Instituto Muley El Mahdi de Estudios Marroquíes. Véase, Gracia Mechbal, Mariam. “Instituciones científicas durante el Protectorado: la escuela de Estudios Árabes (CSIC). Relaciones en conflicto. Nuevas perspectivas sobre las relaciones internacionales desde la Historia. Valencia: Universidad de Valencia. 2015. pp. 75-81. Sobre la historia cultural de Protectorado español, véase igualmente, Valderrama Martínez, Fernando. “La acción cultural de España en Marruecos”. Boletín de Asociación Española de Orientalistas. 2005. pp.9-22. Del mismo autor véase también, Historia de la acción cultural de España en Marruecos, 1912-1956. Tetuán: Editora Marroquí. 1956.
[7] Véase, Al-Wiriāši, Qays-Marzūq.” Al-Ifrīqānīyya al-isbānīyya: mina l-naẓra al-fulklūrīyya ilà al-naẓra l-istrātīŷiyya”. (“el africanismo español: del punto de vista folclórico al punto de vista estratégico”. En Las actas del coloquio, la sociologie marocaine. Bilan et perspective. Rabat: 1988. p: 15-34.
[8]Véase, la Hemeroteca digital de la BNE donde está digitalizada la Revista África Española.
[9] Estos textos son una fuente principal en cualquier estudio sobre la historia del Protectorado, su contenido tanto científico como ideológico, ha sido fundamental para elaborar este trabajo. Véase como ejemplo, Clemente, Cerdeira. “Leyenda de Sidi el Mojfi: El santo Patrón ignorado, enterrado en el cementerio de Tetuán”. Revista Hispano Africana. Febrero de 1923. p: 42.
[10] Véase, la Hemeroteca digital de la BNE donde está digitalizada la Revista Hispano Africana.
[11] El proyecto republicano de la creación de las Escuelas de Estudios Árabes pretendía también estrechar lazos económicos y culturales con los pueblos de Oriente Medio. Domingo, Marcelino. La Escuela en la República. La obra de ocho meses. Madrid: Aguilar. 1932. p: 177. Véase igualmente Al-Ándalus, revista de Escuela de estudios árabes de Madrid y Granada. Vol. XVII. 1952. p: 255-257.
[12] EEA. Carta del director de la Escuela de Estudios Árabes de Granada dirigida al Secretario General del CSIC. 2 de marzo de 1945. Documento N.º 000143759.
[13] El 27 de julio de 1945, se publicó en el boletín oficial del Protectorado el ẓahīr (decreto real) que creó la Casa de Marruecos en Granada. Según los documentos de la Escuela, esta institución fue un éxito logrado por el alto comisario, el general Varela, que logró superar las dificultades surgidas en la Casa Jalifiana que quería establecer esta fundación en Oriente Medio. El Ministerio de Educación financió la compra y la adaptación del Carmen de la Victoria en Granada para convertirla en una residencia estudiantil marroquí. Este proyecto demuestra el interés de la Alta Comisaría de fomentar los estudios árabes en Granada. EEA. Carta del director de la Escuela de Estudios Árabes de Granada dirigida al ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín. 14 de octubre de 1945. Documento N.º 000143532.
[14] EEA. Carta de director de la Escuela de Estudios Árabes de Granada a Tomas García Figueras. 5 de noviembre de 1939. Documento N.º 000144243.
[15] Al-Ándalus. 1933.
[16] Gil Bardají, Anna. “Traducir Al-Ándalus: el discurso del otro en el arabismo español, de Conde a García Gómez”. Tesis. Universidad Autónoma de Barcelona. 2008. p: 103.
[17] Véase, Morales Lazcano, Víctor. “orientalismo marroquista vs. africanismo español (1889-1860 En adelante)”. El orientalismo desde el sur. Sevilla: Enthropos Editorial. 2006. pp. 217-228.
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